sábado, 15 de mayo de 2010

13/5/2010 Transatlantic en Madrid

El síndrome de la hoja en blanco a pasado a ser el síndrome de la pantalla en blanco. Aquí tengo mi notepad, un concierto de Transatlantic a mis espaldas, y nada que decir... en fin, empecemos, o intentemos.
De Transatlantic no sabía mucho hasta el día del concierto, había oído The Whirlwind, su último disco, y poco más. Bueno, y que se trataba de rock progresivo... glubs... y el concierto un Jueves. Me planteé pedirme el Viernes de vacaciones, pero no podía, así que rogué porque el concierto no durara demasiado. Y así fue, sólo 3 horas y media, con un breve receso de 15 minutos.
Se dieron algunos de los tópicos más escuchados del rock progresivo, y puede que abuse de ellos un poco durante la crónica, pero... jejeje... ¿qué le vamos a hacer?
Llegué temprano y me puse a la cola, y como estaba solo me puse a estudiar a la gente que había ya congregada a la espera de la apertura de puertas. Era la cola más variopinta que he podido ver en un concierto: había desde los típicos jovenes de estética jevi, hasta cincuentones con estética de funcionarios de la administración pública, que iban a celebrar su reciente recorte salarial con una buena sesión de progresivo.
El concierto se celebraba en la Sala Riviera, y puede decirse que hubo pleno. Muchísima gente. Más de la que cabría esperarse para un concierto de este tipo, pero es que había gente de fuera de Madrid que se habían desplazado especialmente para este concierto. Allí me encontré con Javier, de los Transilvania, que se había cogido el coche desde Hellín para ir al concierto, y luego, de vuelta a casa, ¡qué ganas!
Además, había quedado con una gente que venía de Murcia, que por cierto, llegaron media hora tarde al concierto, pero lo bueno que tiene un concierto de progresivo: no había terminado todavía la primera canción... jejejjee... bueno, esto tiene una explicación: el concierto arrancó con una reproducción integra de su último disco, como había dicho antes, el Whirlwind, altamente recomendable, y el disco, aunque tiene 12 pistas, están todas unidas formando una composición única con una melodía muy pegadiza que sirve de hilo conductor para todo el conjunto.
Bueno, total, que empieza la cosa, se apagan las luces y comienzan los primeros tonos del Intro de Whirlwind. Paz y sosiego. Ya os podéis imaginar que un concierto de progresivo es más de mover la cabeza de un lado a otro que de atrás hacia adelante.


Lo primero que me llamó la atención era la distribución de los músicos en el escenario: Neil Morse completamente a la izquierda con su conjunto de teclados, y Mike Portnoy completamente a la derecha con su batería, en primer plano. Luego, hacia el fondo del escenario en disposición de flecha, Roine Stolt a la izquierda, con una de sus típicas camisas, y el bajista de Marillion Pete Trewavas a la derecha, y al fondo, al centro, el multi-instrumentalista, Daniel Gildenlöw, líder de los Pain of Salvation, echando un cable a los 4 integrantes principales de Transatlantic, como siempre que salen en directo.
Aquí tengo que resaltar que hay una gran diferencia entre decir que esta gente son unos virtuosos intrumentalistas y verlo uno con sus propios ojos. Cuando uno ve a Portnoy tocar la batería no ve un músico y un instrumento, Portnoy y su batería son todo uno, un conjunto, una máquina perfecta. Portnoy es un hombre a una batería pegado. Portnoy dirije la banda, saluda al público, coquetea con las chicas, se hermana con el público... y todo esto sin dejar de tocar la bateria con maestría absoluta. Sólo él es ya un espectáculo. Al pobre le duraban las baquetas lo que un caramelo en la puerta de un colegio. Tengo todavía en la retina la imagen de Portnoy golpeando la batería como un poseso, y las astillas de madera revoloteando al trasluz a su alrededor.


Luego, estaba el pobre Gildenlöw, relegado al final del escenario, con su guitarra, teclados, ordenador, batería sintética, y todo tipo de artilugios de percusión, tocando su guitarra y teclado al mismo tiempo, o guitarra con una mano, y panderetas o maracas con la otra mano, un crack. Incluso llegó un momento que tocaba el teclado con el extremo del mástil de su guitarra mientras se marcaba un punteo. Yo miraba alrededor alucinando preguntándome si lo que veía era cierto o era un efecto óptico, pero la gente me devolvía las miradas confirmando que lo que veíamos era cierto.
Por último, el señor Morse... lo de este tío es de otro mundo... para escribir ahora ya me pongo de rodillas... vocalista y teclados, pero que si se tercia se agarra una acústica y se marca el mejor solo de guitarra acústica que he escuchado en mi vida, y el espectáculo que montó en la batería con Portnoy durante los bises fue increíble.
Stolt y Trewavas, otros dos pedazos de músicos, y que quedaban en segundo plano, ¡en segundo plano! ¡Increíble! ...al lado de los otros cracks.
Tras la intepretación de The Whirlwind, sin pausa, Portnoy anunció un receso de 15 minutos. Aproveché para hablar un rato con la gente que había venido de Murcia, que antes apenas había podido saludar. Pasó volando. En realidad, el concierto en general estaba pasando volando... ¡y llevabamos ya más de una hora de concierto!
Lo que venía a continuación ya era para mí todo nuevo, pero es una música que entra muy fácil, y sobre todo en directo, que ves con la boca abierta como se hace la música delante de tus ojos.


Tras un par de canciones, Portnoy se retira al backstage y vuelve con la camiseta del Atlético de Madrid. Hay que explicar que el concierto coincidió con la celebración en Madrid del título ganado por el Atleti unos días antes, y muchos había entre el público con camisetas, bufandas, o banderas del Atleti.
El concierto se acaba, y Portnoy nos pregunta si nos apetece alguna más, llevabamos dos horas y media de concierto, y tras tocar alguna canción más llegan los bises. Yo grité con la boca chica porque yo ya estaba más que satisfecho. A pesar de los típicos prejuicios del progresivo, no hubo NINGÚN solo durante el concierto, la única excepción fue al arrancar los bises, que Morse y Stolt, a solas sobre el escenario, hicieron un dueto lento de instrumentos que yo aproveché para sacarme industriales y filología hispánica. Tengo que reconocer que fue la única parte del concierto que se me hizo larga, además, porque durante los bises no reconocí ningún tema que fuera "mejor" o "más clásico" que los que habían tocado hasta entonces. Pero ahí estaban Morse y Portnoy para alegrarnos el rato.
Primero, el friki de Portnoy, que vuelve del backstage para los bises vestido con el mono de Lost, y luego el espectáculo de Morse y Portnoy que mencioné antes. También la diferencia entre decir que alguien es multi-instrumentalista y verlo es muy grande. En mitad de una de las canciones durante los bises, Morse abandona los teclados y va corriendo hacia Portnoy y su batería, coge dos baquetas, y entra por un lado de la batería mientras Portnoy sale por el otro, y todo esto sin dejar de sonar la batería perfectamente, marcando el ritmo de la música. A esto que Portnoy se acerca a Trewavas, que le entrega el bajo. La canción sigue y Portnoy ha llegado en un punto en el que se luce el bajo. Sin problemas. Entre tanto, Trewavas se ha ido a los teclados, y cuando arranca el sonido de los teclados en la canción está allí el bajista de Marillion para hacerse cargo. Y durante todo este tiempo, Morse a la batería, tocando como si lo hiciera todos los días. Y esto no es playback, como las míticas interpretaciones de Maiden en los 80 cuando les obligaban a actuar en playback (pincha aquí para recordarlo).


Y luego, todo vuelta atrás: Trewavas recupera su bajo, y Portnoy, antes de volver a la batería se lanza al público, que lo lleva en volandas de un sitio a otro, y lo devuelve sano y salvo al escenario, con su mono de Lost incluido, y vuelve a su batería entrando por un lado y Morse saliendo por el otro sin perder el ritmo de la música, y Morse de vuelta a los teclados. Casi magia.


Esto se está acabando y ha sido un buen concierto. Una pena. El concierto se cierra con un gran éxtasis final, como si de una gran orquesta se tratara. Los músicos dejan sus instrumentos y se reunen en el centro del escenario a saludar. Ya no se piden más bises. La gente sabe que aquí no hay canciones de 5 minutos, que salen a un nuevo bis y pierdes el metro. Así que les decimos hasta la próxima y nos vamos.

3 comentarios:

  1. Fue sencillamente apoteósico. No se puede decir otra cosa.

    En mi blog hay otra crónica.

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  2. Aunque más apoteósico aún es el vídeo de Maiden... que deshueve, por dios!

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  3. Yo quería poner el del programa Aplauso, pero vi este de un programa alemán y me pareció mejor todavía.
    Pon el enlace a tu crónica en los comentarios, que no puedo acceder desde tu nick y me gustaría leerla.

    Saludos...

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